martes, 26 de julio de 2016

Punto y final

Vengo a desdecirme.

Si hace dos años anunciaba que la novela estaba terminada, la verdad es que hasta hace unas semanas no he podido poner el auténtico punto y final. Hasta entonces, contaba con un primer borrador, por así llamarlo, escrito con prisa, sin pausa, como loco, y aunque durante su escritura hubo relecturas, revisiones y opiniones de amigos, el verdadero trabajo acababa de comenzar.
Tenía el pedrusco sobre el que trabajar. Quité paja, principalmente cualquier trama secundaria que alejara mucho de la historia y conceptos principales (incluido un apéndice final que descarté por completo), y me centré en desarrollar las descripciones, enriquecer los escenarios y personajes, tomarme mi tiempo para contar las cosas. Por entonces hice una relectura completa de la saga Harry Potter y, entre otras muchas novelas, de Cien años de soledad. En algunos capítulos de mi libro, quiero creer, cabe cierta magia de estos trabajos.
Sea como sea, en el excelente material para escritores que supone Mientras escribo, Stephen King recomienda que, en la revisión, debe haber una buena parte de poda, y que el resultado debe menguar en un 10-20% del total del borrador. Claro, lo dice un tipo que publica novelas llenas de paja (muchísima paja) sin la cual sus libros ganarían enteros. Así, yo comencé con ánimo de jardinero, recortando de forma generosa, pero luego lo regué todo, como ya he explicado. Y los tallos florecieron, y no paraban de brotar flores y más flores que hicieron que la criatura creciera sana y hermosa.

Total, que tenemos niña, pesa 112862 palabras y es preciosa.
En estos dos años de revisión ha engordado 17020 palabras.